Su nombre se debe a que este sitio partía el oro en tren hacia San Francisco, California, el cual era traído de San Dimas, Durango.

Inició su desarrollo en el año de 1890, con la llegada de las vías del tren y por ende la instalación de la estación, la cual hoy se encuentra abandonada.

Dos de sus mayores atractivos son dos edificaciones: la “Casona” y la iglesia. La Casona es una edificación, que según los habitantes, cuenta ya con más de un siglo de antigüedad, en ella se almacenaba el oro que era traído por el tren. Se encuentra actualmente abandona y en su interior aún se pueden observar muebles o lámparas finas que pertenecían a la familia que ahí habitaba, la familia de apellido Córdoba.

La iglesia fue construida poco más de 60  años por un ferrocarrilero de nombre José Díaz y su esposa Elodia Noriega, como pago de una manda, esta es una réplica de la iglesia de San Francisquito, ubicada en Guadalajara, Jalisco, lugar donde ambas personas eran originarias y que aún continua la originalidad de su color, además de que en el atrio cuenta con al menos 40 estrellas fabricadas de oropel, que fueron donadas por un maquinista en agradecimiento por haberle salvado la vida tras un descarrilamiento.

Actualmente, la mayoría de los pobladores se dedican a la ganadería, a la agricultura y a la pesca, además se sienten orgullosos de pertenecer a este maravilloso pueblo.

                                           

                                                        Por: Yolanda Tenorio